3.5.09

y de pronto... ¡pop! de palomita en mi cabeza.

Recuerdo que cuando era niña quería pechos grandes. Las nalgas no importaban, ya que las negras, el rap, el hip-hop y el regetón, a claro y jlo, no figuraban en las listas. Pechos, pechos grandes y más pechos. Habían formas ingeniosas de facilitarme la movida, si, claro, no de a gratis me hice ¡¡¡genio!!!

Ingredientes:
1. un buen par de calcetines, suavecitos claro está.
2. un bracier chingón, resistente, y grandote, pa que le entre mucho calcetín.
3. ser muy inteligente e ingenioso pa darle la forma y el acabado perfecto. (cabrón pues)
Así fue como el pop de palomita entró a mi vida, ligero y flamante, pero agudo y despiadado. Tenía que ser eso que miraba en la televisión, pues, mis pequeñisisisisisimos pechos no se parecían en lo mínimo a las madres que portaban orgullosas las "bellas" changas, o cómo se llamen, las que se pavonean por la tele.

¡¡Y caramba!! Logré un acabado más cabrón que el mejor anatomista o cirujano plástico, y es de remarcar que era solo una niña, ya bien enajenada por las shingaderas productivas de mi niñera, la TV.

Luego, lenta pero furtivamente llegaron las hormonas a mi vida... un nuevo ¡pop de palomita!
y ahora no solo quería grandes tetas, también la "regla" tomaba fuerza. Pues eso quería decir que ya era toda una mujer, y pues es claro que las hormonas solo eran imaginarias, pues aún no producía la tan jodida joda de mes con mes. Pero ¡pop!, habían las toallas sanitarias, y esas no me obligaban a tener el ingrediente ese tan mal oliente para poder usarlas.

Toda "una casi experiencia de vida" abrir el empaque, sacar un casi perfecto sobrecito cuadrado de plástico suave y transparente, dentro del cual, se encontraba una larga y perfumada toalla sanitaria, ¡¡no ma!! Tenía pequeños pedazos que contenían un pegamento delicado, el cual, se pegaría a algo, ¿a qué?, aun no lo averiguaba, pero no tardaría mucho en hacerlo. Mi aguda inteligencia y desarrollado ingenio para los menesteres "femeninos" era ya apabullante.

La tenía en mis manos y como tenía que ser, ya que lo había visto en algunas ocasiones, mis calzones estaban a media pierna, tomé la maravillosa toalla y me la pegué, literal, ¡¡me la pegué!!
Pero el placer de saberme con una cosa pegajosa e incomoda entre las piernas lo valía, ya me sentía mujer.

También me podía dar el lujo de recrear esos comerciales en los que se anunciaban las toallas, era feliz al gastar y gastar una por una las maravillas que contenían esos paquetes, derramando un chorrito de agua pintada de azul (tal cual lo veía en la tele) y comprobar que no absorben una chingada, pero pues era divertido.


En verdad me hice femenina, tal cual tiene que ser una mujer. Todo lo encontraba en ella, y ella me decía como y de que forma tenia que ser y hacer, y una por una se fueron dando las instrucciones de vida. Era confuso, pues la gente siempre dice cosas confusas, así la tv también.

Ahora, adoro mis pechos pequeños y detesto usar toallas, aunque ya se ponérmelas

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