Decía en el diván tanto como se puede, alucinadas, conocidas menciones utópicas de pasados y futuros. Y te encuentro en ese cuarto, en el cual curiosamente no te mencionaba, renuente a admitir lo inaceptable, en la infecunda pantaleta, que en la intimidad se plantea como la lectura del una taza de café.
Un término de algo, aun algo terminable.
Tu vínculo con mi colisión adquiere tintes legibles.
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